Me quito el sombrero ante esta obra de David Uclés. La primera vez que supe de ella pensé, oh, no, otra novela sobre la Guerra Civil, pero pronto me dMe quito el sombrero ante esta obra de David Uclés. La primera vez que supe de ella pensé, oh, no, otra novela sobre la Guerra Civil, pero pronto me di cuenta de que era mucho más que ese único concepto, ¿un libro que habla de la Guerra Civil con realismo mágico? Pues sí, señores, y eso hace que en ocasiones sea difícil discernir entre lo que tiene una base histórica y lo que es pura invención, pero claro, no nos olvidemos que se trata de una obra de ficción, donde abunda el surrealismo, como en todas las guerras. Además, la prosa de Uclés es exquisita y bella, a ratos es poética incluso, aunque sin abusar de ello. Se narran pasajes muy duros, como no podía ser de otra manera cuando estás explicando un episodio tan trágico de nuestra historia, y, pese a ello, la narración es cálida, te envuelve con un suave halo consiguiendo generar la sensación de que lo duro lo es menos, aunque sabes que en verdad no es posible, pero esa es la percepción que te queda. Anótese el punto a su favor, Uclés.
La atmósfera es otra de las claves, porque el quesadeño (o jandulés, si nos ceñimos al texto) te introduce en la historia desde los mismos inicios, y antes que quieras darte cuenta te ves deambulando por los parajes devastados de aquella Iberia de Uclés tan parecida a la real; viviendo la guerra desde dentro, en cada zona y en cada pueblo y ciudad de un viaje por la península acompañando a los protagonistas de esta historia tan difícil de olvidar, y tampoco tendríamos por qué hacerlo, igual que nunca se debería olvidar la memoria histórica y la lucha contra el fascismo. Y en torno a esto, hay un pasaje especialmente brillante en el libro, donde Uclés nos está contando, con esas pinceladas de realismo mágico marca de la casa, la historia de dos niños que se quedan congelados al entrar contacto con unas plantas; deberán pasar cuarenta años hasta poder ser descongelados, y el pueblo decide que es demasiado tiempo, así que les echan pequeños cazos de agua caliente para hacerlos desaparecer mientras se funden con la tierra. El mismo narrador nos explica dentro del texto por qué tomó esa decisión:
"[...] si os preguntáis la razón por la que he preferido descongelarlos y matarlos a que despertaran en cuarenta años, os la resumo: me daba pena que, en cuatro décadas, los niños despertaran en una sociedad que, en lugar de tratar la guerra con una firme memoria histórica, firmará un pacto de silencio y dedicará únicamente un par de páginas en los libros de texto al conflicto."
Bravo, brindo por esas palabras tan certeras y por este gran libro....more
Hace mucho que no me divertía tanto con una novela. Estamos ante una parodia en toda regla, narrada con un humor inteligente y una ironía descacharranHace mucho que no me divertía tanto con una novela. Estamos ante una parodia en toda regla, narrada con un humor inteligente y una ironía descacharrantes. En lo que es su ópera prima, Baena es capaz de hacer parodia de la autoficción, de la novela negra, de la metaliteratura y de la literatura en general. Un texto que rebosa originalidad en cuanto a su estructura, pues todos los capítulos son prefacios a la novela que ha escrito el protagonista principal de la obra —con permiso del tío Federico—, y que van sucediéndose tal como si se tratara de un conjunto de matrioshkas. Baena también juega con múltiples referencias tanto literarias como musicales de todo tipo, que sabe llevar con precisión a su terreno, encajándolas en el tono humorístico de la narración. La parte final en la que se cuenta el suceso —surrealista e hilarante, como no podía ser de otra manera— le pone un broche de oro al texto. En resumen, una obra que bebe de la tradición del mestizaje literario-humorístico que tan bien cultivó Eduardo Mendoza. Una sinvergüencería literaria de primer orden. Menudo gamberro está hecho este Baena, y qué buenos ratos me ha hecho pasar. Esperando, pues, su próxima trastada con fruición....more
Lo primero que hay que agradecer es el encargo que un día recibió Portela para que contara —o mejor dicho, novelara— la historia de María Josefa SansbLo primero que hay que agradecer es el encargo que un día recibió Portela para que contara —o mejor dicho, novelara— la historia de María Josefa Sansberro, conocida por todos como Maddi, porque menuda vida. Basándose en toda la documentación histórica existente, Portela ha ido construyendo este relato y esta vida, teniéndose que poner en la piel de Maddi para imaginar cómo sentía y cómo pensaba. Sansberro fue una mujer valiente que desafió los estándares de la época, divorciándose primero, y abandonando su pueblo para irse a regentar un hotel que acabó siendo muy popular en los años treinta del siglo pasado a los pies del monte Larrún, en la frontera entre España y Francia. Y fue allí donde Mayyi se convirtió en un estandarte de la resistencia efectuando de contrabandista y mugalari —como así se conocía a aquellos que ayudaban a pasar la frontera a los perseguidos por el régimen fascista por motivos políticos— y acabó siendo deportada a campos de concentración de la Alemania nazi. Mayyi hizo lo que nadie esperaba de ella seguramente sin ser consciente de ello, sin la necesidad de buscar la heroicidad o la gloria, «solo» arriesgando su vida por una causa justa y por un futuro mejor.
«Recuerdo las palabras de Barre: una vez que te conviertes en mugalari nunca volverás a ver el territorio de la misma manera. Lo verás con ojos avizores, ojos de noche, de tensión, de fugitiva.»
Aparte del sobrecogedor relato, me ha encantado la voz escogida por Portela para esta narración. He aquí para mí la clave de esta novela, porque la acertada forma en que lo hace te mete de golpe dentro del mundo de Mayyi, te conecta a ella y desde el inicio ya casi puedes respirar el mismo aire viciado que ella y caminar sus pasos y sentir sus angustias y sus miedos. Siempre nos quedará la duda de si esta Mayyi que dibuja Portela tiene mucho o poco de real, pero en cualquier caso, yo soy de los que prefiero que estas vidas sean contadas, aun habiéndolo de hacer desde el terreno de lo que pudo ser, a que mueran en el olvido perdidas en el fondo de un archivo. Sin duda alguna estamos hablando de uno de los grandes libros de este 2023....more
Es obvio que en la literatura está todo escrito, y que para no caer en lo mismo que hacen tantos es importante encontrar una voz y unos imaginarios prEs obvio que en la literatura está todo escrito, y que para no caer en lo mismo que hacen tantos es importante encontrar una voz y unos imaginarios propios. Ahí radica la dificultad. Después de unos cuantos libros, me atrevo a decir que Jon Bilbao ha logrado ese objetivo. En Araña, Bilbao nos entrega una continuación de aquel fabuloso Basilisco, una colección de relatos donde el western por un lado, y los realistas por otro, se intercalan de una forma tan original como inesperada. En los relatos de western en concreto, es donde Bilbao se luce y de qué manera, creando y haciendo crecer a un magnífico personaje como es ese pistolero llamado Jon Dunbar, el Basilisco. Pero no hay que dejar de lado los imaginarios de los que hablaba, porque el nivel de creatividad, originalidad y de minucioso detalle que habita en ellos nos trae a la memoria a otros grandes creadores de universos propios como pueden ser, y salvando las distancias, Cartarescu o Kadaré. Este Araña diría que se trata de la mejor obra hasta la fecha del de Ribadesella, superando incluso ese listón tan alto que dejó con Basilisco. Y es que en cada una de las frases de la prosa de Bilbao siempre flota el suspense, una especie de tensión narrativa controlada que ata al lector —tal como si fuera la cuerda de Dunbar— para mantenerlo fijado a sus páginas y a sus mundos. Una lectura extraordinaria....more
Pues una verdadera maravilla de libro. Rigor, documentación y originalidad son solo algunos de los calificativos que merece esta obra. Cerdà nos cuentPues una verdadera maravilla de libro. Rigor, documentación y originalidad son solo algunos de los calificativos que merece esta obra. Cerdà nos cuenta un momento clave de nuestra historia, que ha sido, de manera injusta, demasiado olvidado —en gran parte debido a la dictadura posterior— a través de unos protagonistas anónimos, aquellos que no aparecen en los libros de historia. Estructurado en capítulos cortos en los que se cuenta paso a paso cómo se vivió la proclamación de la segunda República, con todas las ilusiones y renovadas esperanzas que llenaban los corazones de las clases trabajadoras, pero también recordando a aquellos que perdieron la vida en el camino, en la lucha. La narración de Cerdà es diferente a lo que se esperaría en este tipo de libros, por la estructura y la forma de contarlo. Repleto de palabras desgarradoras y frases que cortan como cuchillos, llenas de luz y de oscuridad a partes iguales, estamos hablando de una obra extraordinaria e imprescindible con un primer capítulo además de lo más potente que he leído en tiempo.
"Ahora esa mano anda impaciente, inquieta. El tiempo de la escritura se va agotando. La mano quiere más. Quiere la acción. Quiere la revolución en este país con veintitrés millones de almas que pacen entre la precariedad y el caciquismo. Y al castor se le va haciendo pequeña la madriguera, de una placidez aletargante, asfixiante, insoportable. Y ya necesita salir, que este largo invierno acabe de una vez. Sabe que su especie vive más tiempo en cautiverio que en libertad. Que el lodo fresco del otoño se transforma en un barro más inexpugnable que la piedra cuando el invierno lo congela. Inexpugnable para los depredadores, un fortín para el castor. Máxima protección. Pero quién desea la seguridad total cuando es un roedor con poderosos incisivos y hambre por talar los árboles más altos: el Gobierno, la dictadura, el rey, los caciques. El poder es su ambición. Proyectos, jamás recuerdos. Amaneceres, no estrellas del ayer. De qué sirve la melancolía, dulzona y paralizante. De qué el cielo, si su luz solo es eco fugaz. Un entresuelo burgués no es lugar para un castor."
Un puñetazo en el estómago sin contemplaciones. Cómo sacarte las vergüenzas sin andarse con rodeos. Estamos ante un ejercicio literario al alcance de Un puñetazo en el estómago sin contemplaciones. Cómo sacarte las vergüenzas sin andarse con rodeos. Estamos ante un ejercicio literario al alcance de pocos. Begoña se desnuda completamente para mostrarnos su piel y todo lo que habita en ella. Pero es que además también se atreve a introducirse en otras pieles e imaginarse en ellas. Me parece un libro inclasificable, pero ¿y qué más da?, que sean los medios, los editores y otras especies los que lo clasifiquen, el resto dediquémonos en exclusiva a disfrutarlo. La forma de escribir de Begoña es de una calidad indiscutible, y es cierto que el texto tiene su complejidad, pero eso no es sinónimo de lectura complicada. Además, la estructura del libro permite leerlo de una manera muy ágil. En mi caso lo he devorado con ansia, y una vez terminado me he sentido vacío. Me ha revuelto las tripas, me ha hecho mirar y sobre todo ver dentro de mí. Es sucio, bello, droga pura para la piel, una oda a la vida en mayúsculas.
Tengo multitud de marcas en el libro, pues es de los que subrayarías entero. A modo de muestra:
"[...] Pero qué identidad no es fisura, qué yo no es molde cedido, qué yo no es horma rajada. Qué sustancia no es linde inestable, mareo, desequilibrio. Quién no carga en sus hombros con su triste contingencia, qué carne no es humillada por su condición fungible, qué envoltura no se daña con el transcurso del tiempo, qué huesos no se quiebran, qué tuétanos no se ablandan, quién no se pone enfermo. Quién escapa de la muerte. No hemos sido llamados a ser perdurables. Por eso inventamos los cuerpos: carne atravesada por la palabra, carne consciente que necesita idear un significado. Carne demarcada por lindes convencionales, por normas y anomalías, por sentidos rectos y por vías inaceptables. Somos cuerpos, arquitecturas simbólicas y procesos culturales. Diques y rompeolas; entre los otros y el yo, empalizadas."
Que agradable sorpresa me he llevado con este libro. Si bien me generaba buenas sensaciones ya antes de leerlo, una vez salido de él, las expectativasQue agradable sorpresa me he llevado con este libro. Si bien me generaba buenas sensaciones ya antes de leerlo, una vez salido de él, las expectativas no solo han sido confirmadas, sino incluso multiplicadas. Para empezar diré que no se trata de una novela complaciente ni poco exigente, así que abstenerse aquellos que busquen una lectura de tales características. El antropoide es Eduardo Zúñiga, el personaje en mayúsculas de esta historia. Hijo de un editor de renombre, debido a un oscuro affaire es apartado de la empresa familiar y enviado a una ciudad de provincias para trabajar en un periódico local que dirige su tío. Partiendo de esta base, Parra construye un personaje absolutamente carismático, de aquellos que como lector te generan toda serie de sentimientos contrapuestos. He aquí el primer gran tanto que anotamos en el casillero del autor. Es evidente —y a Parra le gusta jugar con eso— encontrar conexiones entre Eduardo y Jeckyll y Mr. Hyde, algo acertado ya que el conflicto de personalidades en un mismo ser es algo evidente en el caso que nos ocupa.
Eduardo está dominado por sus obsesiones, es consciente de ello, reconocemos su lucha interna por aplacarlas y sus constantes recaídas a los infiernos. Y llegado este punto —ya disculparán mi osadía— debo sacar a escena a uno de mis personajes literarios favoritos y que apareció en mi cabeza durante la lectura: el señor Rodión Románovich Raskólnikov, pues también es más que manifiesta la conexión a través del tratamiento de la culpa con el personaje principal de Crimen y castigo. Muy interesante el planteamiento de Parra sobre la lucha interna de uno mismo, aquello que todos, ya sea en mayor o menor medida, hemos sentido y tenido que afrontar en algún momento de nuestra vida, o las perversiones guardadas en lo más profundo del ser. No es nada fácil ponerse en esa piel y hacerlo tan creíble. Pero no se crean, que no es este un texto lóbrego ni deprimente, sino que Parra juega con una fina ironía para ponernos sobre la mesa algunos temas que por corrientes pasan muchas veces desapercibidos y que se prestan a la reflexión, consiguiendo además en ese contexto sacarnos los colores. En algunos momentos incluso me sorprendí riendo a carcajadas mientras leía parágrafos plagados de un humor tan ingenioso como afilado —nota: no perderse la transmutación de los clasificados—. De la parte final de la obra solo diré que tiene un desenlace tan tremendo como bien cerrado, de esos finales que días después todavía giran en tu cabeza.
Otra cuestión importante de mencionar es la cuidada prosa y riqueza de vocabulario que nos ofrece el escritor tarraconense, pues tiene un peso muy importante en el conjunto global del texto, acertada tanto en la parte narrativa como en su perfecta integración en —sobretodo— la voz del personaje principal. Siempre es una delicia y un goce como lector, y más en tiempos actuales donde este estilo de narración no abunda, encontrarte con una prosa tan culta y trabajada.
"[...] Venga ya, yo te he visto emocionarte escuchando una canción, te he visto llorar en un patio de butacas, tus artículos del periódico son pura sensibilidad amorosa y apasionada por la literatura. Mira a tu alrededor. Todos esos libros que abarrotan las estanterías (desde que llegué yo, zángano) son tuyos, y no porque tengan un ex libris con tu seudónimo en la página de cortesía. Son tuyos porque ya están dentro de ti para siempre, porque forman parte de tu sustancia, de tu construcción interior, de tu crecimiento espiritual, porque tú eres la amalgama de todos esos libros."
Que Antonio Tocornal es uno de los mejores narradores de la actualidad lo entendí al leer —y adentrarme por primera vez en su literatura— la maravilloQue Antonio Tocornal es uno de los mejores narradores de la actualidad lo entendí al leer —y adentrarme por primera vez en su literatura— la maravillosa Bajamares, por tanto, al empezar Pájaros en un cielo de estaño eso ya no me sorprendió tanto. Lo que sí lo hizo es la enorme capacidad imaginativa de Tocornal a la hora de crear historias y personajes. Si bien aquella Bajamares tenía un personaje principal que acaparaba prácticamente todo el protagonismo, en esta ocasión hablamos de todo lo contrario. Porque, aunque bien es cierto que la familia llegada a Las Almazaras directamente desde Flandes, compuesta por un matrimonio y trece hijos, está siempre presente en toda la obra, aparecen un gran número de personajes diversos, variopintos todos ellos, que también tienen una gran importancia en la construcción de esta novela.
Lo que hace Tocornal, mediante una trabajada prosa con un uso exquisito del lenguaje —que en ningún caso pone obstáculos a su lectura—, es contarnos las aventuras y desventuras de la numerosa familia Van Vogelpoel —bautizada por los vecinos como "Los pájaros" por su gran afición a los pinzones—, así como del resto de personajes que van apareciendo a lo largo de esta obra de marcados tintes "macondianos" con la inclusión de alguna pincelada de realismo mágico.
En Las Almazaras la llegada de los pájaros remueve a los aldeanos. Desde el primer momento, todos se vuelcan en ayudarles, conscientes de la dificultad del padre por sacar a la numerosa familia adelante, agravado además con una madre que debido a su obesidad apenas puede moverse de la cama. A destacar los toques de genialidad del escritor isleño como por ejemplo ese reloj que marca doce horas al día; el torneo de canto de pájaros pinzones o el niño mudo que se hace entender a toque de trompeta. No le hace falta al de San Fernando urdir una trama al uso para sostener esta novela, pues la conjunción de su narrativa, gran capacidad imaginativa y el particular y bien construido elenco de personajes, le es más que suficiente para mantenernos pegados a sus páginas. Una obra deliciosa con un inicio cautivador y un cierre absolutamente original. Descubran a Tocornal si aún no lo han hecho....more
3,5 ⭐ Grata sorpresa la que me he llevado con esta novela, además creo que leerla en verano ha sido una buena decisión, ya que hablamos de un texto sin3,5 ⭐ Grata sorpresa la que me he llevado con esta novela, además creo que leerla en verano ha sido una buena decisión, ya que hablamos de un texto sin demasiadas complicaciones, original, fresco e inteligente. Nos encontramos con Manolo García Salabert, un solitario escritor adicto al whisky y a la nicotina con diecinueve novelas a sus espaldas que quiere escribir una última —la que deberá ser su gran obra, su mejor despedida—, pero esta vez, al contrario que en las anteriores, quiere firmarla con su nombre real. A partir de este punto, y con la negativa de la editorial a publicarle con otro nombre diferente al que tantos éxitos le ha dado en el pasado, ya tenemos arrancada esta curiosa trama y servida la primera de las críticas más o menos encubiertas que encontraremos en esta obra, porque Cameo aprovecha para meter el dedo en la llaga sobretodo en el tema de las redes sociales y los teléfonos móviles, en como influyen en nuestro día a día, pero también en otros como el amor, las drogas o el ya mentado de la industria editorial.
Obviamente, García Salabert se lleva el papel principal en cuanto a los personajes, pero de igual forma hay que destacar lo bien trabajados que están el resto, todos ellos muy peculiares y encajados a la perfección en la trama. Salabert es un tipo totalmente fuera de lugar: no entiende a la sociedad, no entiende porqué hay que vivir tal como quieren algunos, se sorprende del grado de estupidez al que ha llegado el ser humano —agravado con el uso de las redes sociales y los smartphones—, y expone todos estos temas utilizando la ironía y su particular sentido del humor, sin obviar en ningún momento su torpeza, logrando con ello un equilibrio perfecto en la construcción del personaje. La novela concluye con un sorprendente desenlace, lo que todavía suma más al camino recorrido hasta entonces.
Por último, destacar la coincidencia importante entre García Salabert y el escritor David Cameo, pues este último, al igual que el anterior, firmó con el seudónimo de Pablo Tusset sus anteriores obras, ¿les suena Lo mejor que le puede pasar a un cruasán? La edición de Dosmanos es fabulosa, como todas las de esta editorial....more